jueves, 7 de febrero de 2008

ANECDOTARIO, POR SONIA MORA

Con la venia, querido amigo (tú sabes por qué)
Han sido casi 11 años, que se dice pronto. 11 años dan para mucho. 11 años no se pueden resumir en unas cuantas líneas, no se pueden reducir a unos cuantos momentos. Pero esos momentos pueden decir mucho y con ellos me quedo, con esos retazos que ocuparán siempre un lugar en mi memoria.
Me quedo con esas largas charlas en las que el amanecer nos pillaba desprevenidos a Carlos Sosa y a mí en nuestro regreso a pie al barrio durante mis primeros días en el periódico. Me quedo con esas incontables botellas de agua que nos permitían no morir deshidratados cuando el calor apretaba –que era siempre- en Cardenal Lluch, con ese compartir un ordenador entre cuatro y ese ‘manzanita S’ que no nos cansábamos de teclear, aunque las más de las veces no sirviese para mucho.
Me quedo con esas carreras que me pegaba por los pueblos para llegar a tiempo de hacer 15 entrevistas en un día. Con ese Ceballos bebiéndose sin ganas dos litros de agua en la puerta del Ayuntamiento de Guillena porque no quería entrar con ella en la entrevista y le daba miedo que al dejarla fuera alguien “escupiera o se meara” en ella. Me quedo con esa llegada a Estepa con Ceballos y Javi Pérez, quienes, al olor de los mantecados, se bajaron del coche traspuestos en dirección a una cafetería mientras yo aporreaba el cristal trasero para que se dieran cuenta que me habían dejado encerrada dentro.
Me quedo con esas patadas que metían los del Hapkido en la pared del local contiguo al nuestro en Cardenal Lluch, que nos dejaban con el corazón encogido y los sentidos alerta. Con esos magníficos cafelitos en la hoy desaparecida Ponderosa, en la que me di cuenta de que Migue era el compañero con el que quería compartir mi vida.
Me quedo con nuestro aterrizaje en Itálica donde, tras lo vivido, creímos tocar el cielo. Con esos gloriosos almuerzos de 1.000 pesetas en El Serranito -¡qué me dices, David!- y los deliciosos cafés de 95 en el Café Amarillo. Me quedo con esa tarde en casa de Vicky –te mando un beso muy grande y ya sabes que os quiero mucho a los tres- viendo Morirás en Chafarinas entre cotilleo y cotilleo. Con aquella valiente ‘sentada’ en el bar de abajo en Itálica que nos valió una bronca de padre y muy señor mío del por entonces jefe supremo.
Me quedo con los ‘estadiolos’ –aquellos famosos peñascos pisa periódicos de hierro- y las pegatinas de Estadio en los taxis cuando nadie sabía quiénes éramos. Con ese “Niño, que te llaman de Estudio Estadio” que se oía al otro lado del teléfono cuando pedíamos los resultados para el Mini. Con aquella famosa cena de Navidad en la que los chistes de unos y otros nos hicieron llorar de risa.
Cómo no, me quedo con los almuerzos en el patio de Itálica con Fernando y Asun contando historias de OVNIS y fenómenos paranormales. Con el jueves en que Aurora, Lola y yo nos ‘ventilamos’ 28 páginas más la petanca –cuyas clasificaciones, para colmo de males, tuve que ir a recoger a la C/Benidorm porque el fax no iba- de una tacada. Con mi primer y único contacto, además de involuntario, –aunque más que contacto fue un colocón en toda regla- con el mundo de las drogas en casa de un compañero. Sus mulas con el tío que no paraba de gritar desde la radio del coche, al que llegué no recuerdo cómo, por más que le pedía que se callara (entre nosotros, el coche no tenía radio… ¡ay si mi madre me llega a ver en ese estado!).
Me quedo con la treintena de periodistas que han pasado por los Suplementos, de todos los cuales guardo algo especial en mi corazón o en mi retina, así como con mis muchos colaboradores que se mantuvieron ‘fieles’ año tras año.
Con nuestra llegada al Sevilla II, que supuso un pequeño paso adelante en lo material, aunque, en lo humano, uno de gigante para atrás. Con los insustituibles cafelitos de primera hora de la tarde en la entrada junto a mis queridas Mónica y Eli, y los de media tarde con Encarni y Albertini. Con los no menos gloriosos cafelitos en La Isla -¿pues no que va a parecer que me tiraba el día bebiendo café?-, los almuerzos en la facultad, y esas largas mañanas de festivos a solas con Encarni en la redacción, que nos convirtieron en amigas para toda la vida y me permitieron descubrir en ella a una de las mejores personas que conozco.
Me quedo con el ‘regalo’ que me hizo Estadio al poner en mi camino a personas de una admirable calidad humana –los muchos compañeros (las buenas personas, entiéndase), amén de todos las que se han mencionado y mencionarán en distintos párrafos, que alguna vez pertenecieron o que aún hoy pertenecen a esa gran familia que un día fue la mía-, y a las que me resultaría imposible enumerar por el temor a dejarme atrás a alguien.
Con la amistad sincera que comenzó entre esas cuatro paredes y que cada vez me une más a Sebastián –Contreras, claro- y su adorable mujer, Carolina, y a Reyes y su entrañable Rafa. ¡Con el alivio de comprobar una y otra vez, con la respiración contenida, que el tío que limpiaba las ventanas de las oficinas por dentro y ¡por fuera en un undécimo!! finalmente no se partía la crisma!
Me quedo con ese farolillo presidiendo el monitor de Manolo Agüero –gracias por tus cantes y tus chistes siempre a tiempo, compañero de penas y alegrías- en Feria. Que la montaña venga a Mahoma, ¿que no, Manolo? Con ‘las camioneras’ que más de una vez nos hemos hincado en el Sloppy y las insuperables tartas de manzana de la madre de Osquita. Con esa agradable e inesperada sorpresa que supuso para mí el trastear por casualidad hace unos años en un cajón de casa de mis padres y ver todas mis caritas ¡repetidas! que mi madre coleccionaba de mis apariciones en el periódico. ¡Que le daba pena verme en la basura!!
Por supuesto, me quedo con el privilegio de haber conocido a un ser excepcional como es Fernando Crespo –Fernando, Pilar, no cambiéis nunca-, con el que tengo un proyecto en común que espero ver realizado más pronto que tarde: ¡Hacernos ricos!!
Y, naturalmente, entre un sinfín más de anécdotas que por una lógica cuestión de espacio me reservo, me quedo con el apoyo recibido por muchos de vosotros durante mi particular ‘vía crucis’ en el periódico. Gracias a todos y por todo, por vuestra solidaridad y vuestra valentía. Gracias por haber estado ahí. Porque gracias a vosotros, ni un solo instante me sentí sola.
Sed felices, disfrutad cada segundo de la vida y luchad por lo que es justo. Y si en alguna ocasión os entristece recordar los malos momentos que hayáis podido vivir en ED –o los que aún os puedan quedar por vivir a algunos-, levantad bien la frente y pensad únicamente que ‘Las grandes almas siempre se han encontrado con una oposición violenta de mentes mediocres’. (No es mío, es de Einstein, jejejeje).
Besos y prometo que el próximo será más corto.
Sonia Mora
soniamora73@hotmail.com
P.D. Me haría muchísima ilusión que alguien dejara un comentario (por si cae)

jueves, 24 de enero de 2008

CÓMO CONOCÍ A VUESTRO DIRECTOR

Lo primero que tengo que hacer es agradecer la invitación de Pedro a este blog. Cuando se creó, ya me dijo que si quería escribir, tenía las puertas abiertas, pero pensé que debía ser una página restringida a los que habéis tenido que sufrir los comportamientos de los edecanes y demás fauna del Sevilla II. Sin embargo, ante la noticia de la inminente marcha del director, no he podido resistirme a la tentación de haceros llegar unas líneas para contar lo que ya muchos conoceréis por relato de Pedro o mío. Se trata de mi primer encuentro con Bosco al poco tiempo de llegar a Sevilla. Además, siempre he pensado que los consortes –novi@s, maridos, esposas, parejas- también hemos pasado lo nuestro en cada caso de los que habéis conseguido libraros de la lacra de ED.

Como creo que todos me conocéis, sabréis que yo he ido a la planta 11 del Sevilla II en escasas ocasiones. Creo que mis visitas al periódico han sido tres en diez años. A pesar de la evidente vinculación profesional que hemos tenido Pedro y yo desde que nos conocidos, nunca hemos querido buscar excusas para vernos en los trabajos. Así que ahora pienso que no sé qué me movió para ir a recogerlo aquél día que los Biris hicieron pintadas en las puertas del Sánchez-Pizjuán insultando a Del Nido por poner la bandera de España en la camiseta de la UEFA. Supongo que uno de los dos estaría sin coche por algún porrazo de los míos.

El caso es que aquel señor que me dio una primera impresión de cordialidad y educación, se dejó caer con la frase “¿Y quienes son los Biris?” cuando comentábamos con Amparo Baca las pintadas del Pizjuán. Como yo creía que era una broma, no tuve más remedio que reírme porque, la verdad, me hizo gracia. Sin embargo, pasados los instantes de la vergüenza, quedó claro que Bosco preguntaba con toda la inocencia y la ignorancia del mundo. Yo creo que esa pregunta no es ni de un becario, ejem. Explicado el tema, quiso saber más, nada avergonzado de su ignorancia. Así que ya crecido preguntó por qué se llamaban así y si eran muy violentos. En fin, se apasionó por el tema. Y no me digáis que no se le ha notado hasta hoy que el fútbol sevillano se ha convertido en su vida.

Cuando hace ahora dos años las mentes ¿pensantes? de ED despidieron a Pedro, nuestros familiares y amigos no podían creerlo. Todos sabéis lo honrado que él es con su trabajo y lo injusta que fue la decisión. Así que la pregunta sin aparente respuesta era por qué. A parte de que lo primero que le dije a Pedro cuando me llamó por teléfono fue: “Vente para casa. Es lo mejor que te podía pasar. Tú no podías seguir así”, siempre les expliqué a mis familiares y amigos que se imaginasen el criterio profesional que podía tener una persona para despedir a Pedro que no sabía quiénes eran los Biris. Les contaba la anécdota humorística que el propio Bosco creó ese día y se sucedían las risas así como los comentarios del tipo: “¿Pero ese hombre sabía que el fútbol es el deporte que se juega la pelota con el pie?”, “¿Y luego no te preguntó que cuánto duraban los partidos por si tenía cosas que hacer luego o que quién era Naranjito?”.

Aunque hayas pasado página en tu vida, nunca se olvida cuando hacen daño a las personas que quieres.

FELICIDADES A TODOS LOS QUE SOIS MÁS FELICES QUE CUANDO TRABAJÁBAIS EN ED.


Inmaculada García
inmagarcianunez@hotmail.com