jueves, 18 de octubre de 2007

AIRE

Hola a todos. Yo también me siento herido por mi salida de ED. Aunque si he de seros sinceros, casi tengo que agradecerlo. Fue un empujón que seguramente nos obligaba a muchos a dar un paso, que tal y como está el mercado laboral en nuestra profesión, nadie nos atrevíamos a dar. Y no es que quisiéramos irnos de un medio de comunicación -o algo parecido- que nos permitía escribir de algo que nos gusta a todos. Más bien, al menos en mi caso, el deseo de huir de ED era por no respirar todos los días el aire viciado que propagaron algunos con la intención de mantenernos siempre desunidos a conciencia y con premeditación. Todavía recuerdo los cabreos que cogía alguno que fue director más tarde, cuando nos íbamos todos a tomar café juntos. Entonces vivíamos en la calle Marqués de Nervión.
Mi agotamiento psicológico llevaba casi 10 años, desde que empezó ED como semanario, machacándome la moral. Viendo como año tras año, los mejores nos dejaban.
Ahora que, por fortuna, estoy fuera del periodismo, puedo sincerarme con vosotros y confesaros que ni yo mismo me veía preparado para afrontar la tarea de Redactor Jefe. Y así se lo comuniqué al por entonces director Pepe Diéguez. Cuando acepté, me prometieron que, aunque no iba a poder decidir sobre a quién había que despedir, sí me iban a tener en cuenta si quisiera que alguien se quedase o si se podía hacer algún fichaje (A bote pronto recuerdo discusiones sobre M.A. Chazarri, Javi Delgado -nunca entenderé cómo no quisieron recuperar a un periodista de su talla- Nacho Delgado -uno de los tíos más cojonudos que he conocido y al que debo una disculpa-, Sebas, el "che"...). Nada más lejos de la realidad.
No sé si desde mi nombramiento o desde el nombramiento del director Martín Laínez o del gerente Paco García, pero el caso es que desde entonces mi influencia se redujo a 0.
Hay muchas cosas que os podía contar. Historias para no dormir, conversaciones indemostrables con directores, accionistas y gerentes sin escrúpulos -y lo que es peor sin ideas-, que sólo han conseguido mantener vivo a un periódico gracias a la colaboración de un "gran" grupo editorial cuya máxima es, simplemente, mantener a ED en la UCI para así espantar la implantación de otro medio de las mismas características. Y esto también os lo digo con conocimiento de causa (se entera uno de muchas cosas desde fuera). Me gustaría despedirme poniéndome a vuestra disposición para todos vosotros. Me alegra leeros otra vez y espero que a todos os vaya de lujo. José M. Díez

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