jueves, 25 de octubre de 2007
COMO EN LA GUERRA DEL 36
Buenas a todos, Me considero uno más de este grupo de ex trabajadores de ED, aunque mi breve paso de tan sólo 6 meses y las circunstancias que rodearon aquella experiencia provocaron que mi persona pasara más bien desapercibida. Por tanto, mis sentimientos o mi percepción de lo ocurrido no puede ser idéntica a la de una persona que se dejó el alma por ver crecer ese periódico desde el primer día. Yo, a diferencia de la mayoría de vosotros, no tuve ningún problema con la dirección (lo que no significa que comulgara con sus medidas y que estuviera conforme con el salario que me era adjudicado), lo que provoca que lo vea todo desde un prisma distinto: ni mejor ni peor, ni más acertado ni más erróneo, simplemente distinto al de otros.Éste es un tema sumamente delicado y, sobre todo, muy doloroso. Yo llegué cuando el enfermo ya desangraba irremediablemente, y creo que padecí el triste divorcio palpable entre la dirección y buena parte de la redacción. No voy a darle la razón a unos y se la voy a quitar a los otros, porque cada parte esgrimirá sus argumentos y analizará lo sucedido desde dos puntos de vista irreconciliables e igualmente respetables, pero, por encima de todo, lo que más me dolió fue tener la sensación de que aquel periódico no hacía más que desaprovechar oportunidades para convertirse en la referencia del periodismo deportivo escrito en Sevilla, algo que actualmente, por mucho que venda, no es ni de lejos. Tuve esa impotencia por ver que la situación era laberíntica, por comprobar cómo el orden y el acuerdo eran utópicos porque la ruptura era absoluta. Ante semejante panorama, lo mejor opción era huir, y yo lo hice cuando se me presentó una oportunidad, que al principio pintaba muy bien pero que poco a poco iría minando mis ánimos en torno a esta profesión otra vez. No quiero ser injusto con nadie, y por eso no creo que haya que culpar a nadie en concreto, entre otras cosas porque estoy convencido de que los males que acecharon a ED en aquella época no dependieron de una o dos personas, sino de muchas más y, sobre todo, de lo acontecido también durante etapas anteriores. Cuando una barra se tuerce, enderezarla es muy complicado. Cuando dos partes no se entienden (vease un matrimonio), ambas tienen que reflexionar sobre lo que sucede. Pero un trabajo no es una pareja, en la que se puede acordar una separación amistosa, de ahí la gravedad del asunto. No sé hasta qué punto la 'limpieza' del más fuerte sobre el débil fue la mejor solución. Quizá fuese la última alternativa, y a ella se llegó en muchos casos. Quizá el único remedio que quedaba ante semejante falta de entendimiento y sintonía. Algunas cosas mejorarían con esas medidas; otras empeorarían. Siempre digo que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y que la vida te dará, antes o después, otra oportunidad. Yo llegué a ED tras mi peor etapa profesional, en la que pasé muchos meses desesperado en mi casa porque veía que nada salía y, en cambio, yo me consideraba capacitado para trabajar en esto. Pedir paciencia al parado es muy complicado. Ahora llevo medio año en Diario de Sevilla y hago lo que me gusta, que ya es mucho. Ahora veo las cosas desde una postura diferente a como lo hacía antes, pero no sé lo que me espera en el futuro. He trabajado en varios sitios y en todos ellos he encontrado cosas repugnantes de diversa naturaleza que, por ejemplo, no viví en ED. No existe el trabajo perfecto, desde luego, y la convivencia con un grupo amplio de gente con la que tratas a diario y con la que tienes que sacar adelante el mismo trabajo siempre generará problemas. Tengo clarísimo que uno sólo rinde al 100 por 100 cuando está a gusto en su puesto de trabajo, de ahí que le dé tanta importancia al ambiente y al trato que se producen, y eso depende de todo el grupo. Bueno, sólo puedo felicitaros a aquellos que habéis encontrado acomodo en otro medio y que disfrutáis con lo que hacéis y, a aquellos que estéis esperando vuestro momento, simplemente quisiera daros una dosis de paciencia y de confianza en vosotros mismos. Saludos y ojalá que en ED reine la concordia más pronto que tarde y que no vuelvan a pasar cosas tan desagradables, por el bien de esta bonita profesión. Me recuerda todo demasiado a la guerra del 36. Juan Morilla.
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